Si para todos es importante la infancia, para Romero D. Fran lo es por mayor motivo. La Guerra Civil supuso un cambio fundamental en la vida de todos, también llegó a Alcalá de los Gazules. El sonido de los aviones, los partes de la radio, el ir y venir de la gente, a veces en silencios rotos, quedaron grabados en la memoria de Romero D. Fran para siempre.
Aunque la Guerra Civil no se vivió con especial dureza en aquella zona, si supuso zozobra y desasosiego, sobre todo en un todavía niño sensible e inquieto, que se hacía constantes preguntas, sin entender demasiado. Vivió a Guerra a caballo entre una aventura de mayores, en la que no participaba, y el dolor que adivinaba en los rostros de la gente que le rodeaba.
Había acabado la Guerra y ya era casi mayor. Comenzó a trabajar, a relacionarse con personas de otros entornos y a cortejar a las chicas. Lo normal fué que se enamorara y lo hizo muy pronto y para siempre, algo muy de Romero D. Fran. En cuanto pudo, se casó. Casi sin solución de continuidad, fué padre y decidió emprender la aventura. Desde los 16 a los 28 años, había vivido intensamente y necesitaba otros aires.
Para Romero D. Fran, a diferencia de otros, la familia ha sido un soporte fundamental a lo largo de su vida. Su mujer y sus hijos, han sido su apoyo a la hora de poder dedicar un tiempo escaso a lo que más quería: hacer arte. Nunca le han regateado cariño ni le han exigido más, han entendido que Romero D. Fran necesitaba su espacio para crecer como artista y lo han respetado.
Hay que trasladarse a aquellos años oscuros en España, y pensar en un joven padre de familia, con ganas de trabajar y de hacer arte. ¿Qué otra cosa podía hacer? Romero D. Fran decidió dar el gran salto a un mundo nuevo, con otra lengua, desconocido para él, pero no totalmente ajeno. Supo sacar partido a esta nueva situación, trabajando duro, aprendiendo, gozando de toda su exhuberencia, de su sensualidad, tan huidiza, de sus colores profundos y de sus olores embriagantes. Lo necesitaba y lo experiementó.
Para Romero D. Fran volver a España supuso encontrar el sosiego y la tranquilidad necesarias para poder pensar, reflexionar y crear. Todo lo vivido hasta esos años, volvía a él en forma de recuerdos y obsesiones, buscando cauce de expresión, que Romero D. Fran trataba de encontrar sólo y acompañado, en foros y debates de artistas, en busca de una obra personal que dejar a los demás.